Lapicera y papel...o teclado y pantalla, como quieras.

Tengo muchos archivos de Word con frases, fragmentos, cuentos, poemas, todos míos. Desde que aprendí a leer (a los 3 años y medio) que quiero hacer esto; a través del tiempo se le sumaron cosas (música, fotografía, actuación...) pero siempre el eje fue ese. Cuando escribo me descargo y me entusiasmo, me levanta el ánimo escribir, me hace sentir fuerte.
No puedo dejar de anotar cualquier cosa que me venga a la mente y a partir de la cual pueda crear. Personas, olores, sabores, visiones, sueños, películas, canciones, incluso movimientos como el caminar, de todo siento que puedo sacar algo y transformarlo como una masa de plastilina. Según la gente que me conoce tengo una imaginación inagotable y debe ser así porque siempre estoy inquieta con mi mente; pienso todo mil veces y me gusta dar vueltas a las ideas y explicaciones.
De una palabra puede surgir todo ("parsimonia" me fascinó la primera vez que la escuché, estuve pensando todo el día en frases con "parsimonia" hasta que me salió un cuento) o de una persona (qué otro ejemplo que las últimas entradas del blog...sobre una persona que algún día les voy a contar toda la historia).
Escribo y no me canso de escribir; escribí en colectivos, en el colegio, a la madrugada, escribí una canción en un boliche (!), escribí sentada en el pasto a las 7 de la mañana, escribí en el medio de los vicios, leyendo a la vez otros textos, mirando fotos, escuchando música...
Escribo porque se me ocurre que con todos los mambos que tengo en el cerebro pueden salir cosas interesantes, o bueno, otras no tanto. Pero escribo porque me alimenta el alma, y me alienta a seguir adelante cuando veo todo negro, escribo porque...no sé, a lo mejor no tengo razones para escribir, solamente...escribo (?)